sábado, 24 de marzo de 2012

LA MAREA ROJA

Cuando la selección española de fútbol ganó la eurocopa del año 2008 frente a la selección alemana, y posteriormente cuando en el 2010 ganó el mundial frente a la selección holandesa, toda España se convirtió en una gran marea roja, una influencia social en la que todo hijo de vecino se pintó la cara con los colores de la bandera y las camisetas rojas abundaban por todas las ciudades del suelo patrio.

Hace unos meses, primeramente en el campamento de verano de la Iglesia de Amor Cristiano en la sierra de Córdoba invitado por su director Samuel Rubio y por su pastor Esteban Muñoz, y posteriormente en San Fernando, en la Iglesia de Asambleas de Dios que pastorea Miguel Pujol (vaya por delante, todos muy buenos amigos míos), tuve la oportunidad de compartir acerca del provecho que supone para las cebras africanas desplazarse siempre en manada.

Basta realizar en youtube una simple búsqueda con la entrada "cebras ataque leones" para poder visualizar un vídeo explicativo acerca de la ventaja de las cebras de estar siempre en manada en mitad de la selva, y cómo ello les supone una importante medida de protección contra los ataques del león.


Las franjas blancas y negras de las cebras confunden la vista de los leones, de modo que cuando se encuentran en la manada, los leones no pueden distinguir dónde empieza una cebra y dónde termina otra, esa unión de la manada crea una confusión en los leones de modo que no pueden atacar, por no poder distinguir la presa o víctima.

Algo parecido sucede en el mundo espiritual: el apóstol Pedro nos advierte de que nuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar... (1ª Pedro, capítulo 5, verso 8).

Y sabemos que los leones atacan a las presas más débiles, a las más jóvenes e inexpertas o a las más viejas y cansadas, y en el caso de las cebras, a las que se alejan de la manada, a las que no están juntas y por lo tanto son bien visibles.

Es un hecho que los cristianos, en el mundo, destacamos como las cebras por nuestro color, que no es otro que la sangre bermeja de Cristo, la que nos salva y nos limpia de todo pecado. Y es igualmente un hecho que los cristianos estamos llamados a ser uno, solamente uno, igual que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo uno son.

Y cuando estamos juntos, estamos en manada, es cuando el mundo puede ver una gran MAREA ROJA de personas entregadas al servicio del Maestro de Nazaret y Señor, donde el adversario o enemigo no puede atacar, porque no puede distinguir dónde empieza y dónde acaba el Cuerpo de Cristo...

Estamos llamados a permanecer en manada... aún con nuestras diferencias, pero en manada es en el único sitio donde nunca podremos ser atacados.

Desde el centro de Andalucía, ¡salga el sol por Antequera!